En 1913 Batlle y Ordóñez publicó unos Apuntes en los que expresaba sus ideas para la creación de lo que él consideraba como un “país modelo”. Este documento y la larga prédica periodística realizada en el diario "El Día",que él mismo fundó, constituyen la base teórica del Batllismo y revelan sus fundamentos filosóficos, basados en el pensamiento de teóricos como Karl Kraus, Franz Ahrens o Paul Janet.
Proponía un país de clases medias, en el que “los ricos fueran menos ricos para que los pobres fueran menos pobres” y consideraba que ese ideal sólo podía lograrse por medio de la acción de un Estado intervencionista y redistribuidor.
Otro de los logros del Batllismo fue la revaluación del Peso, en ocasiones, superior al Dólar. El Batllismo, con su política nacionalizadora, su legislación social avanzada, su economía dirigida con un puntilloso cuidado por los equilibrios macroeconómicos, logró forjar una sociedad mesocrática excepcional en América Latina, la “Suiza de América” a cuyo recuerdo aún se aferran los nostálgicos.
Cuando Batlle y Ordóñez falleció en 1929, Uruguay era un país esencialmente distinto al de 1903, cuando accedió por vez primera a la presidencia. Una sociedad fuertemente laica, integrada, con aspectos principales de la economía en manos del Estado, con una legislación social notablemente avanzada, una legislación social de similares características, una notable extensión de la enseñanza y un sistema electoral depurado que, pese a sus limitaciones y defectos, permitió que el país transitara en paz durante 30 años.
En una perspectiva histórica, se ha responsabilizado al Batllismo de crear una sociedad mediocre, refugiada en el valor de la seguridad, lejana del impulso creativo y pujanza que reveló en los primeros años del siglo XX. Se le ha acusado de crear una burocracia espesa e ineficiente, con elementos de corrupción política (clientelismo).
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